Uno de los cuentos favoritos de mi hijo habla de la asertividad, aunque él no tendrá ni idea de qué es eso hasta que no pasen unos años. La historia habla de Pepincho, un erizo que, por complacer a los demás animales, les va dando sus púas según se las piden y al final se queda sin ninguna. Cuando le ataca un águila, al no poder protegerse con las púas que regaló, se ve desamparado y, lo que es peor, ninguno de los demás animales que él ayudó le devuelve el favor.
Y este cuento que tantas noches le he leído me recuerda a lo que muchos vivimos en el trabajo. Todos hemos sido alguna vez como Pepincho y hemos antepuesto nuestras necesidades a las de los demás. ¿Cuántas veces has dejado el trabajo que te habías programado por un “necesito esto de forma urgente”, y luego realmente no lo fue? ¿Cuántas veces has mirado el reloj y te da la sensación de que llevas horas trabajando para otros en vez de para ti?
El problema está en ti y en no saber decir que “no” cuando es realmente necesario
Ahora no, cuando esté disponible sí
El origen de que pases más tiempo atendiendo el trabajo de los demás con respecto al tuyo está en la atención que prestas al teléfono y al correo electrónico. Con respecto a este último, lo ideal es fijarte solo dos o tres momentos al día para revisarlo. Si cada vez que te llega una notificación de correo entrante, paralizas tu trabajo, lo lees, revisas lo que te solicitan, lo realizas y contestas, acabas de paralizar tu trabajo durante 10 minutos, 30 o incluso más.
¿Realmente era tan urgente? ¿Es más importante que tú dejes de ser productivo a hacer ese tipo de parones para los demás? Los emails y notificaciones de otro tipo de herramientas de comunicación están genial para agilizar la información, pero si tú no sabes gestionar el tiempo que inviertes en ello, el que pierde tiempo (y, en definitiva, dinero) solamente eres tú.
El teléfono es otra de las “distracciones” que nos hace no optimizar nuestro trabajo y dedicar el tiempo a otros por no decir un “no” a tiempo. A teléfono no solo me refiero a que te pasen una llamada y te sientas obligado a atenderla (que también), sino a todas las comunicaciones que puedes recibir a través de APPs, redes sociales, Telegram, WhatsApp… Y sí, estar en contacto con clientes, compañeros y colaboradores está genial, pero hay que saber cómo gestionarlo.
Alguna te has parado a pensar si ¿realmente es necesidad laboral o es adicción por este tipo de herramientas?
¿Qué debes cambiar? El poder decir, aunque sea mentalmente y para ti mismo, “ahora no, cuando esté disponible”. Cuando realmente hay una urgencia, la gente que te conoce y que verdaderamente su trabajo depende de ti, van a saber cómo contactar contigo. Vas a recibir una llamada directamente a tu teléfono y entonces sí, quizá eso sí es un caso excepcional.
Para todo lo demás, aprende desde ya a hacerles entender que les ayudarás, harás tu trabajo con el proyecto que tengáis en común, pero cuando puedas, cuando tú lo hayas planificado. Sé tú el dueño de tu tiempo y adminístralo de la forma en la que te saques el mayor rendimiento.
Por ejemplo, a primera hora del día es cuando yo estoy más activa, con más energía y es cuando aprovecho para hacer lo más urgente/importante/costoso. Y utilizo las últimas dos horas del día para hacer una última revisión de emails y herramientas de trabajo e ir resolviendo esas dudas que hayan podido surgir a lo largo del día.
Quien mucho abarca…
Lo sé, si no aceptas presupuestos los pierdes. Si no te muestras disponible, se irán con otros. Si no llegas a tiempo con un proyecto, quedarán descontentos. Es lógico. Y especialmente si eres autónomo sé lo complicado que es decir un “no”, porque seguramente puede convertirse en un “hasta nunca”.
Sin embargo, como dice el dicho “quien mucho abarca, poco aprieta” y seguro que muchas veces te has sentido así. Has estado hasta arriba de trabajo, tienes un colapso mental que no sabes ni qué proyecto continuar, te pasas más tiempo dando excusas que siendo productivo y al final, alguno de esos proyectos acaba siendo un desastre.
Yo a veces me siento como una malabarista (metafóricamente, porque siempre se me han dado fatal) y paso días en tensión sufriendo por mantener el equilibro. ¿Realmente merece la pena vivir así? ¿Es mejor no dar el 100% de ti en 5 proyectos que dar un 25% a 15 y alargar la entrega de todos?
El problema de nuevo, no decir un “no” a tiempo, o por lo menos un “no ahora, pero más adelante…” ¿Qué eso supone arriesgar una pérdida? Puede ser, pero quizá en vez de una pérdida tienes cuatro de proyectos acabados, pero no con la satisfacción esperada.
Para vivir más tranquilo, más enfocado en tus proyectos, aprovechar al máximo el tiempo y sentir que realmente eres productivo, debemos aprender a decir “no”, aunque nadie haya dicho que sea fácil…