El verano ha terminado y, con él, también lo han hecho todas las fotos de lugares paradisiacos de las personas que seguimos en redes sociales. He perdido la cuenta de las veces que he leído en los últimos 3 meses “desconectar para conectar”, acompañando imágenes de las vacaciones, de estar en contacto con la naturaleza, a no estar pendiente de los dispositivos…
Cuando se utiliza esta frase no se hace referencia a “viajar” o a “tener tiempo libre”, se emplea para decir que por un rato o por unos días te desvinculas de esa dependencia que todos -puede que alguno se libre- tenemos hacia el mundo digital.
¿Qué permite esa desconexión? ¿Por qué parece tan necesaria? Esa pausa temporal de la tecnología nos da tiempo para pensar, para realizar tareas fuera de la rutina… Y cuando nos alejamos de los problemas o las preocupaciones parece que entonces nos viene respuesta para todo, ¿verdad?
Estar relajados, sin estar pendiente de cada notificación, de cada email, nos hace abrir la mente, e incluso es cuando damos forma a los mejores proyectos que luego desarrollaremos profesionalmente. Es decir, desconectando de la tecnología (irónicamente) volvemos con las “pilas cargadas”.
Entonces yo me pregunto, si nos funciona en nuestro tiempo de ocio, ¿por qué no aplicarlo también en nuestro día a día laboral?
Y en mi caso, que paso el día ayudando a empresas a mejorar sus proyectos digitales, parece que tiene poco sentido escapar de esa dependencia -que yo sí tengo casi todo el día- a estar conectada. Sin embargo, cada vez lo hago más.
Para trabajar de forma más productiva, para pensar con claridad, para tener las mejores ideas, lo hago alejada del teléfono y de internet.
¡Y no será por facilidades! Tenemos aplicaciones para ser más productivos, para organizarnos mejor, para buscar ideas e inspiración… Y utilizo y aprovecho la tecnología para facilitar mi trabajo, pero también me alejo de ella para encontrar esa “desconexión” que me ayuda a “re-conectar”.
El diseño de una web, las ideas para tratar en un blog o los copys para redes sociales pasan antes por una hoja de papel que guardados en una carpeta del ordenador. Si estoy trabajando directamente en él o incluso en el móvil para planificarme el mes, etc., me pongo modo avión, me quito el acceso a internet y me desconecto cualquier notificación.
Es decir, desconecto de las distracciones. Porque un email urgente no es una distracción, es una necesidad, pero las urgencias normalmente se tratan con una llamada. Planificar y organizar como siempre hemos hecho, con bolis y rotuladores de colores, me cunde y me sirve 10 veces más que cuando lo hago frente a la pantalla.
Sí, sé que no queda tan guay tomar tus notas en un cuaderno, sé que si vives del mundo digital no queda bien decir que “escapas” de él para trabajar mejor. Pero necesito esa pausa, esa concentración solo con mi cerebro, que no tenga la tentación de revisar, buscar, comprobar o atender cualquier distracción que no me deje sacar el máximo como profesional.