Para empezar, necesita de guías que le enseñen el camino; para evolucionar, necesita de opiniones divergentes que estimulen su pensamiento crítico y le ayuden a conformar una identidad propia. Queda claro, pues, que toda persona está influenciada por su entorno.
En consecuencia, la sociedad cambia conforme lo hace la coyuntura económica, política y cultural del mundo en que vivimos.
Hoy, en pleno siglo XXI, estamos inmersos en la denominada sociedad de la inmediatez, donde constantemente somos bombardeados con abundante información desde muy diversas fuentes a golpe de click. Bienvenidos a la era digital.
Todo cambio genera incertidumbre, pero también se hacen con el ánimo de mejorar. En cualquier ámbito de nuestra vida. Por lo tanto, estamos obligados a adaptarnos.
Por todos es sabido que la tecnología pretende dinamizar procesos, ahorrar recursos y con ello aumentar la productividad. Pero además es una herramienta que facilita modelos de negocio colaborativos en los que se comparten los servicios de la manera más eficiente, llevando la relación usuario-empresa a un nivel de comunicación y cercanía nunca vistos antes.
En una visión más global, podría decirse que lejos de desplazar al empleado tradicional, la digitalización lo enriquece, ya que le permite aventurarse con nuevos métodos fomentando un ambiente de aprendizaje mutuo muy bueno para el crecimiento de una organización.