Todos somos invadidos a preguntas desde bien pequeños sobre cuál será el rumbo de nuestra vida. Nos pegamos parte de ella contestando qué queremos ser, donde estudiaremos, e incluso en ocasiones, justificando nuestra elección.
Generalmente el que quiere ser mecánico o médico, y lo consigue, no suele variar su decisión. ¿Pero qué pasa con aquellas profesiones en las que el marketing digital se cruza por el camino? Que primero nos interesamos por un mundo, que aunque convivimos con él, desconocemos las probabilidades que ofrece. Después lo descubrimos en primera persona y nos atrapa y empezamos a entender a esos que dicen «amo mi trabajo«. Y por último, asumimos que no queremos otra cosa, somos conscientes del efecto que genera en nosotros y solo perseguimos continuar aprendiendo más y más cada día.
Y del mismo modo que miles de personas, una periodista con ganas de encontrar su sitio en un mundo donde la política y los enchufes contaminaban los medios de comunicación, se interesó más por el entorno digital…
Me empecé a formar, comencé a trabajar, a aprender de mis compañeros, a compartir mis conocimientos, y sin duda, eso te engancha más y más… Pero mi trabajo se fue a pique y me quedé de nuevo perdida en el gran océano que supone el marketing digital sin alguien que te guíe.
Cuando estaba naufraga en una isla donde sabía que tenía los días contados, apareció de casualidad Emilio y se convirtió en el faro que todos necesitamos cuando buscamos una solución. Primero dudas si será verdad y luego confías, y si te dejas llevar, te lleva a buen puerto.
Y Bitevol (Emilio) para mí significa eso, la luz que te indica el camino correcto y que ayuda a los profesionales del marketing digital a encontrarse, conocerse, compartir, trabajar y mejorar.
Actualmente trabajo para Visualcom, una empresa de desarrollo web, marketing y soluciones informáticas y Emilio, junto al capitán del barco, es el que sabe hacia dónde girar en timón y cuál es el siguiente paso que hay que dar. Y es que el objetivo en el terreno profesional, y en la vida en general, no es sólo mantenerse a flote, sino llegar a un destino, dando tantas vueltas como uno crea necesario.
Desde que empecé en el marketing digital en 2013, no todo ha sido fácil, ni mucho menos bonito, pero a veces estamos en el momento justo y el lugar adecuado sin ser conscientes y cuando mas adelante echamos la vista atrás, sabemos cuándo hubo el punto de inflexión. Para todos los que conocemos a Emilio, él siempre supone ese cambio, esa oportunidad que parece que nunca iba a llegar. Alguien que saca lo mejor de ti, confía a ciegas y pone tantas ganas y motivación que te contagia su entusiasmo.
¿Es el marketing digital la profesión soñada? Para mí ahora sí, pero ojo, porque no lo recomiendo a cualquiera. Hay que estar siempre en constante renovación y con la actitud permanente de seguir aprendiendo. Para ello hay que dedicar tiempo, ganas y paciencia y ser consciente de que se trata de una carrera de fondo donde la meta sólo la pone uno mismo.
No siempre es un camino de rosas y a veces es frustrante para los que se autoexigen mucho. Pero la clave es asumir que lo que aprendiste hoy, mañana quedará obsoleto, pero te servirá para que en el futuro seas el profesional que, aunque de pequeño no imaginabas, en el fondo siempre quisiste ser. Es decir, un profesional con sueños, ambiciones, y en definitiva, feliz. Pero para eso hay que rodearse de gente que te haga brillar, y como he dicho, Bitevol es el faro que nunca deja de iluminar, para algunos de forma desapercibida en mitad del día y para otros cuando están perdidos en plena oscuridad.