Salirse por la tangente parece esconder el deseo de esquivar una situación incómoda, aunque, la mayor parte de las veces, es sencillamente la consecuencia de un deslizamiento involuntario y forzoso provocado por el desconocimiento del terreno en que se pisa.
Porque el abandono disruptivo de la trayectoria previsible no es algo azaroso y ajeno al trazado. Cada punto de la curva genera en potencia su tangente. Mi profesora de padel me decía que la creatividad es hija del dominio de los límites. Sin ese dominio, es mera ocurrencia condenada al fracaso.
Un motorista ignorante se inclinará en la curva de tal forma que acabará de bruces en el asfalto. Uno experto, sin embargo, configurará dinámicas y trazados para optimizar su velocidad al paso de la curva. Pero aún habrá un tercero que, desafiando las leyes que domina (y calculando el riesgo de cuestionarlas), se deslice por la tangente implícita para sacar ventaja a sus competidores.
Lo más importante de una Oficina Técnica Digital no es que te ayude a conseguir el paso de curva más adecuado, sino que te permite volar por su tangente.