Hace ya unos cuantos años me regalaron un libro, concretamente “El Principito”. Para mi sorpresa, la persona que me lo regaló escribió una dedicatoria en la primera hoja. Para un chaval de 16 o 17 años, más preocupado por otras cosas, era más importante esa dedicatoria que el libro.
Al poco tiempo, lo leí y me gustó. Era “como muy profundo”, demasiado quizá para que ese chaval pudiera entender todo lo que decía y más todavía lo que se quería decir.
Con el paso del tiempo, una frase “robada” al libro e incluida en la dedicatoria, resuena de vez en cuando en mi cabeza:
—Adiós —dijo el zorro—. He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos. —Lo esencial es invisible para los ojos —repitió el principito para acordarse. —Lo que hace más importante a tu rosa, es el tiempo que tú has perdido con ella.
El libro está lleno de frases de estas que resuenan como una bofetada en tu conciencia. Este párrafo nos enseña a diferenciar ver de mirar y, de paso, a oír de escuchar.
En mis cursos, intento traducir las palabras a imágenes. Todas las teorías de la Neurociencia nos dicen que “una imagen vale más que mil palabras”. Por ejemplo, en el caso de ver y mirar, para “mirar” utilizaría unos ojos y una cabeza y para “ver” unos ojos, unos oídos, una cabeza, un corazón y unas manos. Para mí, ver es lo que ocurre cuando tiene éxito la acción de mirar.
Si tuviera que dibujar oír y escuchar, para oír elegiría unos oídos y una cabeza y para escuchar, unos oídos, unos ojos, una cabeza, un corazón y unas manos.
¿Es lo mismo ver que escuchar? No, pero si realmente quieres ver tienes que escuchar y si quieres escuchar tienes que ver y por ir más un poco más allá, oler y tocar, e incluso degustar cuando venga al caso.
Aunque esto me da un poco de miedo al recordar el capítulo de Big Bang Theory y el tatuaje chino de Penny que ponía “sopa”, si buscamos cómo se escribe en Chino escucha activa, algunos de los caracteres que la componen son oídos, corazón, ojos y atención.
No voy a descubrir la importancia de la escucha activa y tampoco os quiero presentar los “x” consejos para mejorar tu escucha activa. Es fácil, solo es cuestión de poner el corazón para escuchar lo qué nos quieren decir y no solo los oídos para oír lo que nos están diciendo. La diferencia está en oír para contestar o escuchar para entender.
SI escucháramos a nuestros clientes, amigos, pacientes, compañeros…, igual hacíamos todo un poquito más fácil.