Quien tiene un cliente, tiene un tesoro

La relación con un cliente puede convertirse en una relación profesional tan sólida como la de una amistad. ¿Cómo? Centrándote en él

Si algo tenemos todos en común, es que la vida nos enseña con el paso del tiempo que a los amigos hay que cuidarlos o se pierden. Para consolidar una amistad hay que contactar con ellos de vez en cuando, quedar para verse en persona y comentar juntos alegrías y problemas, hacer lo que está en tu mano para ayudarles… Es decir, preocuparte por ellos, mimarlos y compartir juntos nuevas experiencias.

¿Y no te has dado cuenta de que todo esto es exactamente lo que TUS clientes se merecen? Y por clientes me refiero a los asiduos, a los que llevan contigo tiempo o, que han descubierto hace poco tu negocio, pero están contentos con los resultados. Ellos merecen lo mismo. No perder el contacto con ellos, programar reuniones para ver la evolución, analizar si alguno de tus productos o servicios puede ayudarles a seguir creciendo, etc.

Centrarte en lo que tienes para crecer más

Está genial tener nuevos suscriptores a la newsletter, que suba el porcentaje de nuevos usuarios en la web y aumentar las peticiones de presupuesto. Pero ¿cuántos recursos empleas en captar nuevos clientes? ¿Y en mantener la satisfacción de los clientes que ya has logrado captar?

Centrarse solo en los clientes que no te conocen es un error. Lógicamente hay que invertir en ello, en darte a conocer, a ampliar tu red de posibles compradores, pero sin olvidar a los que han apostado alguna vez por ti.

Volviendo al tema de la amistad, ¿dedicas tu tiempo a conocer constantemente gente nueva y nuevos contactos o valoras mantener una sólida relación con los amigos de siempre?

Aunque a nadie nos importa ampliar nuestro círculo de amistades, como decía al principio, todos sabemos que el que tiene un buen amigo, tiene un tesoro. Pues lo mismo debe pasar con una relación negocio-cliente.

Uno de los objetivos debe ser centrarte en lo que tienes para seguir creciendo sin que te des cuenta. Tras muchos años trabajando la comunicación con todo tipo de clientes, creo que en general, las empresas no les dedican los cuidados que se merecen.

Por ejemplo, ¿vas a preparar una oferta para clientes nuevos y no ofreces una mejor para los que ya son clientes? Es como ocurre en las compañías telefónicas. Parece que para que te hagan una buen descuento tras años y años con ellos, tengas que “amenazar” con cambiarte de compañía o mendigar una rebaja en el precio.

A nadie nos gusta eso como clientes. Todos queremos ser un poco VIP cuando ya hemos confiado en un negocio. ¿Vas a estar siempre bajando los precios para captar nuevos leads o prefieres premiar a los asiduos?

Por otra parte, cuando vayas a crear contenido, a lanzar un nuevo producto, a preparar una posible oferta o descuento, piensa en las personas que ya están, que ya te conocen. Conseguir ese feedback entre clientes “veteranos” y tú (como empresa) te ayudará a reforzar esa relación, que vean que les importa tu opinión y, además, la información que te aporten será muy valiosa a nivel profesional.

Qué mejor que un consumidor de tu producto o servicio para hacer una crítica constructiva, ¿no? Esos cambios, esas opiniones o esas mejoras te servirán para que sea más fácil que nuevos clientes, como ellos, se interesen por ti.

Y, por último, debes darte cuenta de que además de clientes fieles tienes un grupo de embajadores de tu marca con un potencial que ni te imaginas. Un cliente satisfecho se convierte en un embajador de un negocio y puedes empezar a vender sin esfuerzo y sin apenas inversión. Ellos te recomendarán mediante reseñas, redes sociales o el boca a boca y compartirán tu contenido porque en realidad piensan que realmente merece la pena.

Y está genial que también dediques tiempo y dinero en buscar influencers de tu marca, que hagas promos para nuevos clientes y que te muestres abierto y cercano a posibles nuevos contactos.

Simplemente no descuides lo que ya tienes, lo que tú mismo has creado.

Porque ellos son los cimientos que te suben hasta dónde estás, tal y como nos ocurre con las amistades. Si los que más nos importan no están, nos derrumbamos.