¿Alguna vez has pensado que nuestra vida laboral se asemeja mucho a la de los animales?
Ellos comen para sobrevivir y nosotros trabajamos también con el mismo propósito, ya que (sobre)vivir consiste en ganar dinero, crecer profesionalmente, labrarnos un futuro… Como los animales, a veces vivimos en hábitats diferentes según la etapa en la que nos encontramos.
En ocasiones nuestro trabajo puede ser como un zoo, donde cada perfil está encasillado en una sección concreta y solo los interesados van a visitarnos. A veces se asemeja más a una jungla, donde la supervivencia es todo un reto cada día y nunca sabes dónde va a acechar el peligro.
En otras etapas de nuestra profesión nos encontramos como en una granja, donde nos sentimos seguros, nos cuidan, tenemos una vida muy rutinaria, pero donde podemos ser reemplazados si dejamos de ser útiles.
Algunos se lanzan al agua, emprendiendo su propio proyecto y haciendo frente a una fauna de lo más variada y compleja. A veces hay que esquivar a ballenas y evitar ser devorado por peces feroces, pero el océano es muy grande, y los más listos pueden llegar tan lejos como quieran.
Así que, por un lado, tenemos el contexto en el que nos toca trabajar y en el que a veces no siempre es el deseado, y además del hábitat hay que sumar que cada uno de nosotros tenemos una personalidad. Una personalidad animal. ¿Lo sabías?
De hecho, en algunas entrevistas de trabajo utilizan esta analogía para conocer más a los candidatos. Algo tipo “dime a quién te pareces, y te diré cómo eres”. Yo creo que tiene sentido esta similitud de nuestra personalidad con la de algunos animales, pero considero que varía a lo largo del tiempo.
Igual que no somos la misma persona, profesionalmente hablando, que hace 10 o 20 años, nuestra personalidad también crece y evoluciona, cambiando a otro tipo de animales. Y como todos aprendimos con la película del “Rey León”, debe haber un equilibrio correcto en la fauna para que el ciclo de la vida siga su curso.
Para ello, lo ideal es que en un equipo haya personas con personalidades diferentes pero que se complementen, que puedan vivir en armonía y pelear juntas cuando vengan los depredadores a su hábitat. En ocasiones, los equipos son reducidos y entonces hay que conseguir personas cuya personalidad encaje a la perfección con diferentes animales. ¿Sabes cuáles son los más comunes?
¿Con qué animal te identificas?
Como he dicho antes, todos vamos evolucionando y creo que todos hemos pasado por la personalidad de hormiga. En nuestros inicios, hemos querido trabajar todo lo posible, repetir las tareas las veces que hiciera falta hasta ganar experiencia y guardar nuestro beneficio para el futuro.
En paralelo todos hemos tenido que ser un poco monos o chimpancés, es decir, listos, rápidos y capaces de aprender a trabajar en grupo. Ninguna empresa quiere personas que no sean inteligentes ni que actúen en solitario, así que, para crecer profesionalmente, todos hemos tenido que ser un tanto simio en algún momento.
Y a partir de entonces, cada uno vamos forjando la personalidad tal y como somos por naturaleza. Algunos, como los delfines, destacan entre su fauna por su inteligencia y son aplaudidos por el público en diferentes ocasiones. Otros, se convierten en elefantes, fuertes, orientando equipos, con experiencia y memoria de sobra para hacer frente a las adversidades.
Y aunque por el camino siempre te vas a encontrar águilas, tiburones, serpientes y ratas, convertirte en león no es fácil ni todos estamos preparados para ello. Sí, son los líderes de la manada, pero también tiene la responsabilidad de cazar o delegar en quien mejor sepa hacerlo. A la hora de sobrevivir, deben pelear con uñas y dientes y su fortaleza no siempre les hace ser los vencedores.
Tanto si en este momento de tu vida eres carnívoro o herbívoro, como si prefieres vivir en la ciudad o en el bosque, solo debes tener una cosa clara, no dejes que ningún otro animal te aceche y sigue luchando por tu supervivencia.
Adáptate a tu hábitat y júntate con aquellas manadas que te ayudan, te completen y que, a pesar de ser diferentes, luchéis con el mismo objetivo.
No hace falta ser un depredador para ser respetado, tampoco ser el más fuerte ni grande para llegar lejos. Solo hay que sacar lo mejor de nosotros mismos y rodearnos de aquellos que en grupo nos respetan y son parte de nuestro entorno.